jueves, 29 de octubre de 2009

"No tengo secretos para ti, cari" y demás farsas sociales

Una cosa que me saca de quicio por lo que respecta a muchas parejas, es que se crean esa mierda de las películas románticas de "No han de haber secretos entre nosotros". Otra puta comida de olla de Disney, Hollywood y las pantallas.

Recuerdo maliciosamente como, en mi adolescencia, una amiga (una calientapollas, por cierto) le explicó a su novio, que sus amigas pensaban que el era imbécil. Lo que no sospechaban, muy sagaces ellas, era que su propia amiga lo era todavía mas. El chico se mosqueó. La novia se disgustó y, si no recuerdo mal, tambien se cabreó unos días con sus amigas del alma.
Por mi como si explotaban espontáneamente y quedaban reducidas a cachitos.

Bien, una pequeña anécdota protagonizada por estúpidos. Creo que en ese momento empezó a despuntar mi aversión/obsesión por la imbecilidad y, mas concretamente, la femenina.

Después está el tema de uno mismo ante otras "parejas sin secretos". Mi opinión sobre la pareja y los amigos, resumidita: La pareja y las amistades, como la Yihad y los explosivos, hay que evitar que se junten para no dar pie a distintos tipos de problemas.

Un ejemplo de situación:

Tu con los colegas. Cervezas. Les explicas anecdóticamente como, sin querer y por una serie de casualidades, viste como tu madre se masturbaba el ano con una zanahora untada con Nutella en la habitación de tu hermano pequeño. Tu la pillaste, ella te vió, la zanahoria salió a reaccion y la Nutella te salpicó el ojo.
Una buena noticia: Tu madre no es tan depravada como para mezclar zanahoria con chocolate.
Al día siguiente hizo arroz tres delicias, donde las delicias eran zanahoria, safranoria y zanahoria.

"Jiji-jaja". Os duelen los abdominales de tanto reir. Brindáis con cervezas por vuestra amistad. Otro amigo cuenta otra bien gorda. Fantástico. Eso es la felicidad.
Lástima que la felicidad pueda tener una resaca de consecuencias que no se van ni con un ibuprofeno de 5g.

Días mas tarde, te encuentras con alguno de tus amigos y su novia. Buen rollo. Y el dice: "Tío, aun no has vuelto a comer zanahoria?" Y se parten. LOS DOS.

Obviaré todo el cortometraje de violencia que te pasa por la cabeza y que tu maldita consciencia evita que se convierta en realidad.

"Se lo ha contado. Desgraciado. Te has follado por el culo nuestra confianza y ni siquiera has usado lubricante".
Tu haces como si no te importara mientras tu cerebro empieza a intuir hasta donde puede llegar la gravedad del asunto. Relacionas la chica con sus amigas. Aquellos pedazos de mujer a las que tirarías la caña. "Seguro que la mala puta se lo ha contado a todas".
Observas como tu, tu autoestima y tu fama, se hunden en Nutella. Concluyes que la chupi-amistad es una patraña y que, quien menos te esperas, es un hijo de la gran puta.
No está mal.

Ahora, a título personal.
Tengo una teoría sobre porqué un amigo puede llegar a explicar un secreto de otro a su novia.
Para empezar, este tipo de parejas, siempre son de las que forman un sólo ente. Son uno. Y ni así les encuentras rastro de dignidad. Pasan tanto tiempo juntos (para ser concretos, todo) que para evitar silencios (o hablar de sus problemas) son capaces de enmierdar a sus amigos, explicando sus intimidades.

Así que ya lo sabeis, amigos míos: Volveos unos imbéciles gracias al amor una tía, y os enviaré a tomar por culo. Aun más. O tal vez será la gota que colme el vaso. O la excusa que necesitaba.
Y la próxima vez que me encuentre en la situación de traición de confianza (que por suerte, sólo ha sido en contadas ocasiones), juro aquí y ahora, que liberaré el destroyer social que llevo dentro, y revelaré su secreto mas humillante e inconfesable delante de quien toque.

Y ya lo sabéis: La gente es Nutella. Todos somos Nutella.

miércoles, 28 de octubre de 2009

El mueble de la verdad

Hay tres situaciones en la vida en las que resulta muy díficil esconder quienes somos en realidad. Curiosamente, las tres tienen lugar en el mismo espacio: la cama.

1: Hora de dormir
Uno puede pasarse la vida intentando proyectar una imágen de elegancia, de buen gusto estético o sencillamente de tener un estilo propio mas o menos molón, pero cuando se trata de encarar el sobre todos optamos por la comodidad.
Y aquí es donde aparecen esos pijamas a cuadros o de colores imposibles, esas camisetas publicitarias que nunca han visto la calle, esa camiseta imperio y, en general, esa ropa agujereada, descolorida o manchada de pintura.
Eso en el mejor de los casos, pues a menudo deberíamos hablar tambien del pegotito de mierda, del olor a pedo y sudor y de aquella goma juguetona que hace tiempo que cedió para dejar al descubierto la rodaja de sandía con la que nuestro señor nos obsequió como separador de nalgas. Llegados a este punt, hay que reconocer que el genero femenino nos lleva ventaja. El pijama masculino, por definición, ya sea de manga corta o larga, es una ofensa para los sentidos. Además, pocos hombres tienen la previsión de comprar un conjunto de dormir presentable para ocasiones especiales. Es por eso que ante la perspectiva de pasar la noche fuera de casa muchos machos optan por el descanso del guerrero desnudo o en calzoncillos. Algo que toda mujer adivina tras pernoctar mas de tres noches con la misma pareja y que espera con ansia para empezar a dejarse ir ella tambien. Porque no nos engañemos, el lamentable modelito de costumbre nos reconforta de tal manera que sólo es cuestión de tiempo obtener el nivel de confianza suficiente para mostrarlo. De la sustancialidad de nuestra hipocresía depende nuestra credibilidad. Y eso dice mucho de nosotros. Un hombre que duerme siempre impecable, por ejemplo, nos está diciendo que es gay.

2: Hora de ordenar
Un dormitorio es como una cueva, un refugio de intimidad donde nadie aparte de sus ocupantes habituales es bienvenido. Pero las visitas se suceden, y delante de esta posibilidad se produce el fenómeno del camuflaje. Donde antes había una cama deshecha y todo de ropa arrugada por encima aparecerá otro magistralmente estirado y encajado con un pijama perfectamente doblado bajo la almohada. Los hay que incluso aprovechan para hacer el mas que necesario cambio de sabanas y colcha. Tambien desaparecerán los zapatos tirados por el suelo, toda clase de objetos expuestos que se embutiran en los cajones y aquel olor a humanidad convenientemente ventilado horas antes. El problema son las visitas sorpresa. Cuando estos individuos inesperados se presentan sin conceder tiempo material para camuflar nada hay que reaccionar rápido. Con la excusa de dejar sus cosas, como respuesta predefinida intentarán acceder a la cueva sagrada y aquí es donde se le ve el plumero al ocupante. Cerrar la puerta y bloquear el paso de cualquiera que ose hacer el intento de penetrar presagia horrores inimaginables. Ponerse a ordenar compulsivamente mientras se piden disculpas es un claro síntoma de remordimiento. Simular indiferencia y dejarlos pasar como quien no quiere la cosa, dependiendo de la magnitud de nuestra dejadez, puede ser interpretado como un indicio de síndrome de Diógenes. La mayoría optan por la tópica advertencia/disculpa jocosa o una justificación puntual de desorden para salvar los muebles. Yo, personalmente, me decanto por la técnica de fingir caballerosidad y ofrecerme para guardar sus pertenencias en mis aposentos mientras se acomodan. Probablemente, cuando se vayan quieran recoger sus cosas ellos mismos y acaben teniendo acceso a mis miserias, pero para entonces estaré tan harto de su presencia que con tal de que se marchen, me la sopla. Además tiene la ventaja de que cuando salgan por la puerta, ellos podrán criticar a placer y yo descansar. Todos salimos ganando. Pero cuidado, ultimamente he descubierto otros métodos alternativos a tener en cuenta que usa la gente, como dormir directamente sobre el colchón. Práctico y efectivo.

3: Hora de follar
Afrontemoslo, durante el complejo ritual de la seducción la gente miente con ganas. Se insinuan o directamente se proclaman unas capacidades amatorias que sin duda contribuyen al calentamiento previo que nos llevará al acto. Una vez en la cama, ha llegado la hora de demostrar y esa es una presión que no necesitáis en el ya de por si complicado primer contacto sexual. No os recomendaré que intentéis trasladar de entrada unas bajas expectativas a la otra parte, porque eso sería como pediros que vendiérais pescado admitiendo que está medio podrido. Eso si, si queréis un consejo, uno que de verdad os servirá, pensad que una vez tenéis a quien queréis en la cama mas os vale que seais lo mas egoistas posible. Si uno de los dos ha de salir decepcionado mejor que no seais vosotros. En definitiva, no sabéis cual es su listón de exigencia ni cual de vuestra fanfarronadas la han seducido mas, así que id al grano. Sed un remolino, id a lo seguro, no pidáis permiso para nada y a vuestra bola. Preocuparse por su placer es un signo de debilidad y si ha de salir mal tenéis muchas posibilidades de acabar frustrados. Tal vez no se repita. Pero quien se ha corrido aquí, eh? Quien!!

lunes, 19 de octubre de 2009

Desmontando el mito (Parte 1)

"Por la calle se ven mas mujeres guapas con hombres feos que al revés porque las mujeres no dan tanta importancia al físico."

De entre todas las grandes mentiras que nos rodean he elegido esta para empezar la sección porque es una de las que mas me asquean por asumida y falaz. En mi opinión es uno de los muchos argumentos feministas inventados para ocultar una realidad enterrada mucho mas aterradora.

En primer lugar hay que contextualizar que toda relación humana, y aun mas en la época de inclemente individualismo que nos ha tocado vivir, es un intercambio de intereses. Tratándose la pareja de una de las instituciones mas jerarquizantes de nuestra cultura, aun con mas motivo. Igual que los ingresos determinan el valor de nuestro trabajo, la pareja determina nuestro atractivo. Es por eso que aceptamos mejor las parejas físicamente descompensadas cuando hay notoriedad y pasta de por medio. En todo caso, eso haría a las mujeres mas interesadas que no nobles.

Pero no me interesa hablar de Briatores. El mito que quiero desmontar es el motivo por el cual se dan casos similares entre gente anónima. No pretendo poseer la verdad absoluta de cada caso concreto, pero es inevitable generalizar cuando se desarma una afirmación de lugar común.

Punto 1: El macho alfa.
La prueba determinante de que las mujeres sí valoran el aspecto del sexo contrario es que los hombres guapos follan, y mucho. Todos conocemos por lo menos a uno que liga tanto como quiere y puede permitirse ser tan cafre como le apetezca sin resentirse. Precisamente porque folla tanto es comprensible que le cueste comprometerse con una sola teniendo un amplio abanico de posibilidades. Además el hombre promiscuo es un valor positivo socialmente, admirado por sus iguales.

Punto 2: La tía buena.
Mientras el hombre ve el interés del sexo opuesto como una oportunidad para diversificar, la mujer lo considera un argumento para ser mas selectiva. Así, la tía buena gasta mas energía rechazando amantes potenciales que disfrutando la lotería genética. Como el macho alfa no está disponible porque la ve como otra mas, a pesar de caer eventualmente en la trampa, a la larga inventa nuevos criterios de selección. Y es que la tía buena se considera un premio lo suficientemente suculento como para exigir determinadas cosas a la pareja: atención exclusiva, entrega total, fidelidad incuestionable, generosidad material, comprensión infinita... En definitiva, sentirse especial. Además, la mujer guapa y promiscua es un valor negativo de la sociedad. Quien pueda pensar que a eso ha contribuido el hombre es que le faltan dos latas para el pack de seis. La demonización viene de sus iguales, que secretamente la consideran competencia desleal y por eso inventan este concepto de la dignidad femenina según el cual entregarse a muchos hombres es rebajarse y estos comportamientos degradan a todo el género femenino.

Punto 3: El hombre normal-tirando-a-feo.
Consciente de sus limitaciones, sabe que el único acceso que tendrá a la belleza femenina será por un proceso de compra/venta. En este sentido hay dos vías: el alquiler y el contrato indefinido. La primera vía parece que la han descubierto hace poco nuestros amigos de El Pais. La segunda vía implica aceptar y satisfacer en todo momento las exigencias de la tía buena. Una serie de sacrificios que el hombre-normal-tirando-a-feo está dispuesto a hacer a cambio de proyectar una imagen de éxito social y ser la envidia de los colegas. Como todo contrato, tiene todas las de romperse cuando una de las dos partes interesadas lo incumple. Es decir, cuando la mujer deja de ser tía buena o cuando el hombre deja de ceder.

Punto 4: La chica simpática o la amiga de la tía buena.
En contra de lo que nos quieren hacer creer, también folla. Y a menudo con tíos mas guapos que ella. El único inconveniente es que ha de esperar a que los chicos se cansen de recibir mocos de su amiga antes de decidirse para atacarla, y eso a menudo sucede a partir de las 5 de la madrugada. A la hora de buscar pareja, en el fondo tiene la misma aspiración legítima de que la hagan sentir especial, pero la práctica le enseña hasta donde puede exigir. Aunque los criterios varían mucho. En el momento que la ataque el hombre-normal-tirando-a-feo es posible que exija al nivel de la tía buena y que este decida dejarlo correr sopesando la relación calidad/precio. No sería descabellado afimar que la chica simpática o la amiga de la tía buena y el hombre-normal-tirando-a-feo están condenados a no entenderse.

Y así, en este frágil equilibrio de fuerzas se mueve la relación entre hombres y mujeres. Los que crean en el amor lo justificarán todo por su poder alienante. Yo, lo que creo, es que todos queremos algo del otro y que las parejas mas lógicas siempre serán las formadas por mujeres mas atractivas que sus hombres. El resto, la gran mayoría, las que se rompen cada dos por tres fruto de peleas, infidelidades y malentendidos, sólo se explican por el miedo a la soledad.

domingo, 18 de octubre de 2009

No me llames iluso...

La gente se va a vivir a Londres para enriquecerse a nivel personal. La gente se apunta a la universidad para aprender. La gente hace tareas de voluntariado para sentir que aun hay gente mas miserable que ellos. La gente conserva amistades para tener a alguien que les apoye cuando lleguen tiempos peores. Pero todo es inútil. La gente malgasta esfuerzos en estas y otras actividades, esperanzados por la vana ilusión de que algún día las cosas les irán bien y dejarán de preocuparse. Esta ilusión es lo que provoca que se muevan, que se impliquen en cosas, que en definitiva, vivan. No saben que esta ilusión es su vida. Nunca la conseguirán ni vivirán en ella. Como mucho, toda su vida podrá definirse como esas tareas que emprenden para abastecerla.

De todas estas ilusiones, la mas patética es la del amor verdadero. Nadie lo ha encontrado ni lo encontrará, y aquellos que dicen que si, mienten como unos hijos de puta. El amor verdadero sólo existe en los libros de autoayuda y en las comedias románticas. ¿Pero sabéis que? En la vida real Jorge Bucay es un gordo que se masturba pensando en su ego.

Pero la mentira del amor verdadero mueve a las masas. Los ejecutivos publicitarios, auténticos traficantes de ilusiones, lo saben bien. Por eso existe la industria del amor verdadero. La comedia y la novela romántica, la puta "nouvelle vague" y el cine francés en general, los bodorrios, los viajes de luna de miel, el día de San Valentín y también del Sant Jordi. Pero de toda estafa sentimental me inquieta especialmente este sistema de enviar tu nombre y el de tu pareja vía SMS a una empresa, que los procesa y te devuelve otro SMS donde sale calibrada, del 0 al 100, vuestra compatibilidad como pareja. No hay que ser un stephenhawking para darse cuenta de las dimensiones del timo, pero parece ser que las empresas que ofrecen este servicio se están forrando. Y aquí es donde yo me doy cuenta que la raza humana no vive gracias a sus ilusiones, sino gracias a que es, sencillamente, muy subnormal.

Yo creo que hay un sistema mejor para comprobar la compatibilidad mutua entre los miembros de una pareja. No tienen nada que ver los nombres, ni tampoco te asegura que acabaréis envejeciendo juntos delante del televisor. En todo caso, te verifica que vuestra unión tiene los días contados. Si pasáis el test, tal vez moriréis pensando que estáis enamorados, o tal vez no, a saber. En definitiva, el secreto está en saber donde conociste a tu pareja. Hay ciertos lugares y eventos que embriagan nuestro cerebro de retrasado. Situaciones en las que pensamos que somos los putos amos o, por el contrario, que somos escoria a la espera de un programa de higiene racial en condiciones. En estas situaciones surge el amor. Para salvarnos de la miseria o para catapultar nuestro ego, no importa, porque el mecanismo es el mismo. Pero es cuestión de tiempo que os deis cuenta de la magnitud de la estafa. Por lo tanto, si habéis conocido a vuestra pareja en alguna de las situaciones siguientes, tarde o temprano se revelará la trampa. Tal vez al cabo de un mes, el dia de la boda o con vuestro primer hijo entre las manos. Da lo mismo. Así que ya estáis preparando una buena excusa si reconocéis que el amor entre vosotros surgió:

· Apostando en un canódromo.

· Chateando en el Badoo.

· En la proa del Titanic.

· El día que tu madre te dijo "te presento a tu hermanita".

· En el ejército.

· Compartiendo una jeringuilla.

· En primera fila de un concierto de Coldplay.

Y este último caso es el peor de todos. Porque un tio en primera fila de un concierto de Coldplay es un homosensual reprimido que libera su sexualidad coreando "uo-uoh" como un desesperado mientras a Chris Martin le coge un ataque de parkinson en el clímax de "Viva La Vida". Así que cuidado con el rubito de Exerton, Devon, Inglaterra, porque cuando pone voz de castrati, los matrimonios y las sexualidades ambiguas se tambalean. Estáis avisados.

sábado, 10 de octubre de 2009

Rabia: Andar por la calle

Me molesta mucho que me hagan perder el tiempo.
De hecho, el concepto de pérdida de tiempo debería concretarse. Es muy subjetivo. Pero como yo sólo puedo hablar de mi percepción, no importa (aquí y ahora) lo que significa perder el tiempo para mi.

Una cosa es que pierda el tiempo yo solo, porque soy imbécil, ningún problema, mea culpa.
Pero que me hagan levantar para una chorrada, que me expliquen hasta la extenuación cosas que no me interesan en absoluto o que me hagan esperar en un lugar hostil, me indigna.

Pero ahora mismo estoy irritado por venir de la calle. La gente no sabe ir por la calle, y con eso me refiero a que no respetan a los demás. A muchos tendrían que ponerles retrovisores clavados en las clavículas.

Haré un incíso: Cuando voy solo, soy de andar rápido. No se si de nacimiento o porque acostumbro a ir con prisa porque no me gusta llegar tarde. Siempre me muevo haciendo eslalom entre la gente. Cuando quiero, soy el ninja de las aceras. El Valentino Rossi del "coche de San Fernando". Un estratega de andar por la ciudad: observo la gente, calculo su trayectoria y los evito.

Todo eso porque no me gusta perder el tiempo. Tiempo que pierdo, es tiempo en el que no estoy haciendo lo que me sale de ahí, que es el objetivo principal por el que vine a este mundo.

Pues en esta situación urbana, mis grandes enemigos son la gente que no piensa y sólo actua.

Para empezar, la gente paseando al perro con correa de 5 metros en una acera de 2. Aunque pueda preverse lo que hará el humano, el perro tenderá, inocentemente, a tocar el máximo de huevos posibles. Este tipo de amos son los mismos que luego tienen hijos infernales y no les dicen nada (y aun menos les sueltan una torta).
Ya puestos, aprovecho para decir que cuando llegue a la sombra del poder, aboliré el derecho a tener mascotas que deban ser paseadas en urbes.
Si queréis animales grandes, id al campo, imbéciles.

Siguiente: La gente que anda en grupo (2 o mas) lo suficientemente alejados entre si como para ocupar mas ancho de acera del que deberían, pero no lo suficiente para poder pasar entre ellos sin que resulte violento. La distancia de un codo. Curiosamente lo que habría que clavarles en el estómago.

Otros, los tocahuevos del Bicing que vienen de cara haciendo eses. Muchos llevan acompañante sentado atrás.
Puedes verlos a 50 metros que eso no evitará acabar haciendo el gilipenes cuando se te echen encima. Es imposible calcular la trayectoria real que acabaran haciendo. Ni Messi podría driblarles.

Mas. Los Álfiles o gente que anda en diagonal.
Cuando estes adelantándoles, te cerrarán sin darse cuenta de tu presencia.
Acostumbran a tener genes de zombi: pueden ir andando tranquilamente, recto, que si ven un cerebro en un escaparate, irán destruyendo todo a su paso. Y por supuesto, se pararán en mitad de la calle cuando menos lo esperes.

Unos grandes archienemigos: Las putas parejitas soldadas.
En una acera con capacidad para cruzarse sólo dos personas, no dejan avanzar de lado y son capaces de tirarte a la calzada, donde es facilísimo morir aplastado por un Panzer o un Bulldozer tuneado con cuchillas en las llantas.
¡¡Hijos de una estirpe de prostitutas politoxicómanas, vuestro amor de mierda está apalizando mi inofensivo paseo!!

El monstruo final, que no es mas que un cúmulo de mini-orcos: Las jubiladas.
Seguramente, los humanos mas hijos de puta, cínicos y cabreantes que ha creado Dios. Si una sola ya sería capaz de desquiciar al mismísimo Mahadma Gandhi, no querráis saber lo que puede pasar cuando Torreiglesias las convoque a todas para iniciar el Apocalípsis Anciano.
Estos seres de lo oscuro, son capaces de taponar la Diagonal solo para charlar a media tarde. Y sin avisar a la Urbana ni nada.
Su (normalmente) gran díametro y poca altura, hace que te vengan ganas de salir de casa con una pertiga. No para saltarlas, si no para ensartarlas y crear una sangrienta geronto-brocheta.

En la calle, sólo vale la Ley del Menos Respetuoso. ¡¡Mira, justamente lo que tengo grabado en el cañón de mi pistola de clavos!!

sábado, 3 de octubre de 2009