miércoles, 21 de abril de 2010

Mosquita muerta

Intentar clasificar a las mujeres en tipologías es inútil. Me recuerdan a los cuadros de Antoni Tapies: chillones y aparentemente complejos pero al final todos son iguales o se parecen mucho entre si. Esto es tan cierto como que leerlo las saca de quicio. Incluso el macho mas inexperto sabe que el secreto de la seducción pasa por hacerles creer justo lo contrario.

Partiendo de esta base, compartir tu vida con una hembra siempre es el inicio de la mas corta o mas larga agonía. Pero bien, en una hipotética escala de Richter el equivalente a un siniestro total es la que aparentemente es inofensiva: la mosquita muerta.


Las distinguiréis de sus homólogas por la infinita capacidad de disfrazar sus travesuras de torpeza con buena voluntad. La palabra que mejor las describe es "mezquindad". Echemos una rápida ojeada al diccionario...

mezquino, na
1 Avaro, tacaño, miserable
2 Ruin, falto de nobleza y moralmente despreciable

Como si se tratara de un Steve Urkel cualquiera la mosquita muerta hará ver que no se da cuenta de las consecuencias de sus actos con una postura de ingenuidad. Uno no puede enfadarse con la mosquita muerta porque se disculpa a la primera. Como si "perdón" fuera una palabra mágica que invalida cualquier represalia. Asume la culpa, visiblemente afectada, y jura no volver a hacerlo. Si es necesario llora. Y si con todo eso no basta se indigna porque con eso debería ser suficiente. Por supuesto, cuando vuelva a hacerlo invocará una especie de tendencia irrefrenable al desastre. Y no insistas mas porque bastante mal lo está pasando ella, pobrecita.

Esta es otra característica interesante de la mosquita muerta. Por alguna extraña razón su sufrimiento siempre cuenta mas que el de los demás. Bueno, no tan extraña, se llama egoísmo. Sus necesidades son prioritárias y se esfuerza en dejarlo claro. Se trata de dar pena, que la dignidad es secundária al lado de sus intereses. La disyuntiva es ceder y prepararse para una larga puesta en escena llena de victimísmo y drama.

El principal peligro de la mosquita muerta, pero, es entrar en su juego. Cuando te quieras dar cuenta todo girará a su alrededor. Te pasará por alto el hecho de que nunca está cuando la necesitas. Las promesas incumplidas porque siempre tiene un buen motivo a punto de incumplirlas. Las buenas palabras que casi nunca se corresponden con sus actos. Y hasta que hayas olvidado la diferencia entre querer y hacer de padre. Fijaos si es efectiva su estrategia que me ha llevado años darme cuenta.

Dedicado especialmente a S.G.C., a quien debería caerle la cara de verguenza al leer este post pero en lugar de eso correrá a hacerse la mosquita muerta con quien cometa el error de escucharla.

sábado, 10 de abril de 2010

Ironía (?)

Voy andando por la calle. Me dirijo a la parada del 24 pero no tengo prisa. Paseo distraído, con un cigarro encendido en la mano. Atalayando el horizonte por si la proximidad del autobús aconseja cambiar de ritmo. De pronto, se hace el vacio bajo mi pie izquierdo. Una acera inesperada en el paseo. La sensación es de caida libre. Mi cuerpo se desarticula por una fracción de segundo hasta que la suela del zapato encuentra el firme. Tarde. Mis sentidos ya han reaccionado al posible batacazo y tropiezo con un gesto ridídculamente estrambótico. Conservo el equilibrio pero el cigarro se escurre entre mis dedos y cae. Culpabilizo al obstáculo de forma inquisidora y con un comentario en voz alta, en un intento de recuperar mi dignidad ante los testigos oculares. Me miro el cigarro tendido en el suelo, a medio consumir, aun lejos de convertirse en colilla. Dudo. Me planteo la posibilidad de recogerlo. Finalmente prefiero dejarlo porque meterse en la boca algo que ha rodado por el suelo es poco higiénico. Como si el cigarro que me encenderé a continuación fuera la cosa mas saludable del mundo.


Pues bien, eso es una ironía. Una situación incongruente que se percibe como paradójica. El 80 % de las cosas que tildamos normalmente de irónicas no lo son. De nada.