viernes, 18 de febrero de 2011

Imperdonable (V)


Nº5: Gente que nunca toma decisiones.

He dejado para el final lo que es de largo la más detestable de todas las características de personalidad: No tener personalidad. Incluso alguien que reúna los cuatro factores imperdonables anteriores me merece mas respeto que cualquier zombie de los que circulan por el mundo. Nos rodean. Son la audiencia que se descarga los politonos de moda, los que llenan la "Fira de Santa Llúcia" en Navidad, PortAventura en verano y los cines las tardes de domingo. Es esa pareja que siempre te dice "hagamos lo que tú quieras", aquel amigo que a la hora de elegir lugar para cenar le da lo mismo ir al McDonald's que a un restaurante de carta, aquel compañero de trabajo que nunca abre la boca en las reuniones. Son los que votan siempre lo mismo, los que van a todas las bodas y entierros a los que son invitados, los que pagan peaje después de hacer 20 km de cola en la autopista circulando a 80 por hora, aprovechan las rebajas para comprar ropa y hacen las vacaciones en agosto. Se emborrachan sólo los fines de semana, consiguen entradas para conciertos del "Bruce" y de U2, reciclan, van al gimnasio y al super, pagan las multas sin recargo, se casan y tienen hipotecas e hijos. En definitiva, son la gente que se deja llevar. Y lo mas aterrador de todo es que somos susceptibles de convertirnos en uno de ellos y, de hecho, ya lo somos a veces.


Poca broma con dejarse llevar. Ahora no os agobiaré con referencias existencialistas pero no deja de ser irónico que en una era de relativismo moral abrumador sigan habiendo tantos borregos. Será que finalmente seguir la corriente nos resulta más fácil y que la libertad es un gran valor de nuestra sociedad pero no hay valor para ejercerla. Da demasiado miedo asumir las consecuencias de abandonar el rebaño y seguir un camino que no sea el señalado. Cada vez que veo un tío tumbado en la calle o un estrambótico caminante al sol con la mirada perdida me pregunto hasta que punto son carne de Callejeros o sólo es alguien que pensaba como yo. Estoy seguro que es precisamente eso lo que me impide atreverme.

jueves, 17 de febrero de 2011

Imperdonable (IV)

Nº4: Inmigrantes que no hacen nada por integrarse y encima arrastran a algún capullo autóctono a imitarlos.

Hoy seré muy breve.



viernes, 11 de febrero de 2011

Imperdonable (III)


Nº3: Calientabocas.

Hay a quien le gusta mucho discutir. De hecho, yo provengo de un linaje de discutidores incansables natos. También hay a quien no le gusta nada, ya sea porque es un pusilánime execrable sin ningún valor ético o moral o porque no tiene nada que decir. Y después están los calientabocas.

Un calientabocas se caracteriza por su desmesurada afición a buscar polémica. Una conversa con un calientabocas os recordará a una encuesta del CIS porque sus frases a menudo empiezan con "¿qué opinas de...?", "¿qué te pareció...?", "¿has visto/has leído...?". Si nota que la reacción es fría y no hay grandes desavenencias, cambiará rápidamente de tema o lo sacará mas adelante, porque su determinación a encontrar vuestros puntos débiles es encomiable. Una vez localizado el tema que os toca la moral, atacará sin piedad llevando la contraria y cuando ya no podáis aguantar mas y la necesidad de estallar sea más potente que la voluntad de guardar las formas os despachará con un "no se puede hablar contigo cuando te pones así" o un "dejémoslo, que aun discutiremos".

Debéis saber que es muy importante no descubrir flaquezas ante un calientabocas. Una vez sepa cual es el tema al que sois especialmente sensibles se agarrará a el como un clavo ardiendo y no os soltará hasta que consiga el objetivo deseado, que no es otro que sacaros de quicio. No subestiméis nunca la tozudez de un calientabocas. No se cansará de provocar antes que vosotros de resistir, no entiende de situaciones ni de horarios, cada vez que os vea su catálogo mental le conducirá indefectiblemente al mismo dialogo. Y tenéir que saber que un calientabocas lo es para siempre. Podéis evitarle, cambiar de ciudad, de país o de continente y no verle durante décadas, pero si de casualidad os lo volvéis a encontrar aunque sea una vez en largo camino hacia el deceso ya os podéis apostar cualquier cosa a que acabará sacando el maldito tema. Es por eso que la batalla propicia siempre es la primera. Nada mas intuir que vuestro interlocutor es un calientabocas hay que ser maleducado y pasar de el como de la mierda o mandarlo directamente a tomar por culo. En el futuro me lo agradeceréis.

Hábitat natural del calientabocas (y temas predilectos):

- Reuniones familiares (trabajo o estudios, pareja e hijos)
- Lugar de trabajo (fútbol y política)
- Piso compartido (hábitos, gustos musicales y tareas domésticas)
- Relaciones de pareja (mi ex, tu ex, amigos y compromiso)

Y recordad, vosotros estabais tan tranquilos hasta que vinieron a tocaros la moral. ¡Muerte a los hijos de puta! En definitiva, un calientabocas no es mas que un tocapelotas especialmente talentoso y cobarde.

jueves, 10 de febrero de 2011

Imperdonable (II)


Nº2: Gente que maltrata tus objetos.

No puedo con ellos. Son los mismos que en el colegio te pedían material y al final de la clase te lo devolvían hecho una mierda. Lapices mordidos y/o sin punta, gomas de borrar rotas, bolígrafos reventados. Entonces me daba vergüenza montar un pitote por cosas de tan poco coste, aunque ya me hinchaba los cojones a base de bien. Con el paso de los años, pero, siguen haciendo exactamente lo mismo con objetos de cada vez mas valor: libros garabateados o manchados de líquidos diversos, CDs rallados o con la caja agrietada, DVDs con el plástico medio arrancado... Y cuando compruebas ante ellos las condiciones en las cuales te devolvían (siempre mas tarde de lo que tu quisieras, por cierto) aquello que les prestabas en perfecto estado de revista y les miras inquisitivamente, todo lo que saben hacer es dedicarte una mueca simpática por respuesta como quitandole importancia. A ver, hijos de puta, esto no quedará así.


Si ya de por si era un ser tacaño y mezquino de nacimiento, estos malnacidos son los responsables de que ya no deje NADA a casi nadie. Porque esa es otra, la gente te pide cosas dando por hecho que la respuesta es un si. La primera reacción a una negativa acostumbra a ser tomárselo a broma, como si tu obligación como familiar, amigo o conocido fuera ir compartiendo tus objetos personales. ¿En que sociedad de mierda vivimos, que negarse a compartir es una declaración de guerra al buenrollismo imperante pero el respeto por las posesiones ajenas es una futilidad? A mi se me caería la cara de vergüenza de maltratar un objeto que no es mío. Antes de devolverlo en mal estado lo substituyo por uno nuevo y si vale cuatro duros mejor me lo pones, porque un objeto insustituible o de gran valor ya ni se me ocurriría pedirlo prestado. Pero esta gentuza no, aun se cachondean y pretenden hacerte creer que protestar sería poco convencional por tu parte.

Sólo os digo una cosa: no lo dejéis pasar. Cagarse en la puta raza de alguien que te devuelve la vieja cinta de cassette con los grandes éxitos de Ángela Carrasco quemada por el sol es la cosa mas normal del mundo. No os hace peores personas. Y ya que no podrán reparar el daño que os han hecho (seguro que es un disco descatalogado) la sociedad debería entender perfectamente si decidís tomaros alguna pequeña licencia con vuestro puño sobre su cara.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Imperdonable (I)

Empiezo una nueva saga de entradas que espero que tenga mas continuidad que la por ahora monopóstica "Desmontando el mito".

Dicen que no es legítimo juzgar a las personas a la primera. Estoy de acuerdo. Lucho cada día titánicamente contra esa tendencia natural a la discriminación extrema que mi creciente misantropía comporta. Eso sí, hay una serie de indicios que no os llevaran nunca a engaño. Gestos, palabras y comportamientos que certifican terminantemente que la persona que tenéis ante vosotros es pura escoria 100 % exterminable. Son esas actitudes imperdonables las que me propongo denunciar a partir de ahora, a ver si consigo erradicarlas o que al menos uno de sus exponentes se lleve una buena somanta de ostias por parte de algún lector. Con eso último me doy por satisfecho.


Nº1: Gente que saluda guiñando un ojo y acompañándolo con un chasquido de la lengua a modo de refuerzo auditivo.

Sí amigos. Ya os aviso ahora que voy a ser muy concreto. Para llegar a odiar febrilmente un gesto hay que detestar hasta el último detalle. Tenéis que ser capaces de reproducirlo mentalmente con precisión una y otra vez hasta convertir la rabia acumulada en un Waimea de rechazo infinito. Sólo un ego descomunal, una prepotencia sin límites y un alud de inconsciencia pueden llevar a realizar este gesto en público. En todo caso, debéis tener en cuenta que quien lo practica con vosotros os está pidiendo una ostia a gritos. Cumplid con vuestro deber. O mejor, si ponderando vuestra fuerza física pensáis que no seríais capaces de infligirle el daño que merece, reforzadle el hábito y aumentarán exponencialmente las posibilidades que lo repita hasta toparse con alguien lo suficientemente poco recomendable como para sumergirle en el mundo de dolor y humillación que requiere. Eso sí, cuando el gesto vaya seguido de un "¿Que pasa crack?" no queda otro remedio: tenéis que matarle.

lunes, 7 de febrero de 2011

Celos


Razón 1) Sufrir por lo que todavía no ha ocurrido es de masoquistas.
Razón 2) Buscar pruebas de algo que te hará daño es estúpido. Lo que no sabes no puede afectarte.
Razón 3) Si la fidelidad de los demás no depende de tí, no quieras controlarla.
Razón 4) Sin consumación no hay delito. Tener fantasías con otra gente es inevitable, y si te dan pie flirtear es comprensible.
Razón 5) El flirteo no es infidelidad. Lo único exigible es el respeto de escondertelo. No te enfades porque te lo esconda.
Razón 6) Los celos son un síntoma de debilidad. El mas celoso en una pareja es el que más tiene que perder.
Razón 7) La única razón de ser de la monogamia es evitar conflictos con la pareja. Montando escenas por sospechas haces que deje de tener sentido. Ya que las broncas me las mete igual, al menos que sean con motivo.
Razón 8) Que te den motivos para desconfiar no es la excusa para justificar los celos, en todo caso es la excusa para cortar. Si no eres capaz de perdonar infidelidades y sigues con esa persona es que eres del género idiota.
Razón 9) La sinceridad está sobrevalorada. Si fueras tu quien pusiera cuernos seguro que creerías tener motivos. Si te los ponen a tí es que en algo fallas. ¿De veras quieres saberlo?
Razón 10) Que quieres a alguien se demuestra haciendo sacrificios como aguantar a su familia o acompañarlo a lugares donde tú no irías nunca, y no siendo posesivo. No sufras, el día que encuentre a alguien mejor que le haga caso te deja seguro, pero no adelantemos acontecimientos.