El sabe de qué hablo
Me gustaría tratar este asunto que me toca de cerca. Se que muchos no se sentirán identificados, pero busco solidaridad y poner freno a los comentarios que he tenido que tolerar siempre. Hablo de encuentros casuales, gente que no conozco de nada ni son amigos míos, pero que se ven legitimados a hacer la coñita cuando encuentran alguien que pasa del metro noventa. Logicamente has de callar por culpa de las convenciones sociales de los cojones, así que escribiré aquí el comentario y la respuesta (reprimida o edulcorada en el mundo real) correspondiente.
Me había prometido a mi mismo rebajar la violencia verbal y las palabras malsonantes del blog pero, como dice Aragorn a sus tropas ante la Puerta de Mordor, "hoy no es ese día".
- ¡Que alto! Oye, que tiempo hace por allí arriba?
No muy bueno, de hecho podrían llover ostias en breve.
- ¡Que alto! No te han dicho nunca que podrías jugar a basquet?
Si, cada vez que me encuentro con un imbécil como tu.
- ¡Que alto! No crezcas mas, eh?
Te equivocas. Creceré y creceré hasta que sea capaz de aplastarte como a una hormiga.
- ¡Que alto! Pero ya sabes la teoría de la L...
Ya te digo yo ahora que la Madre Naturaleza no entiende de eles, envidioso de mierda.
- ¡Que alto! Cuidado no te des un golpe con la cabeza.
Tu eres imbécil.
- (Verídico: Entran dos señoras mayores al ascensor)
¡Que alto! Apartate de el, Manuela.
Jaque mate. Esta aun no la entiendo.
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