Así como hay mujeres que se niegan a que les practiquen sexo oral, también
hay mujeres que se niegan a bajar al pilón masculino, ya sea por tabús, por una
sexualidad mal interpretada o por unas extrañas y perversas convicciones
heredadas de un feminismo mal entendido.
Y es que algunas féminas asocian de manera equívoca la mamada con la
sumisión. Carne de películas porno, estas hembras creen que arrodillarse ante
un hombre representa la confirmación de su estatus como sexo débil.
Y no amigas mías, nada más lejos de la realidad. Al contrario de lo que
vuestras inmaduras o manipuladas mentes puedan pensar, las mamadas son poder.
Porque no hay actividad sexual que deje al hombre más indefenso que una buena
felación.
La polla es el joystick de la voluntad del hombre. De hecho la
traducción de este término al castellano es "palanca de control".
Y es que si las mujeres pudieran llevar la polla de su hombre en la boca
todo el día ejercerían un control absoluto, como el ventrílocuo que mueve el
muñeco a su voluntad, pero a la inversa.
Porque felar un cipote no es meterse un trozo de carne en la boca, mamar una
polla es absorber el alma de un hombre. Es la absorción completa del espíritu
masculino. La completa vampirización del ser masculino.
Llegados a este punto, entiendo que todas las que aun teníais dudas estáis
deseosas de poneros en la boca la primera polla que tengáis al alcance, ni que
sea por comprobar mis teorías.
No os precipitéis y seguid leyendo, la lección de hoy aun no ha terminado.
No entraré en los detalles sobre cómo hacer una mamada, bastantes cosas
tengo que hacer como para escribir un tratado que la experiencia ya os irá
dando. Pero si me gustaría hacer un inciso en un momento tan significativo como
delicado.
La corrida.
Y es que muchas mujeres no saben qué hacer en ese momento. ¿Qué es mejor, en
la boca, en la cara, fuera?
La corrida es el momento más crucial de una buena mamada. Es ese instante en
el que, si las cosas se han hecho correctamente, podríais ordenar al hombre que
se lanzara desde un decimosexto piso y lo haría sin dudar. Y al contrario, una
mala decisión puede mandar a la mierda todo el esfuerzo y el buen trabajo
realizado hasta ese momento.
Lejos de lo que uno pueda pensar, la lefada en la cara no es la mejor
opción. Tal vez para alguna generación esclava de las películas porno pueda ser
una buena alternativa, pero generalmente los resultados son poco
satisfactorios, tanto para uno como para otro. Es mejor en este caso, dejar que
el esperma caiga sobre el cuerpo y regalime sobre los pechos. Porque si bien la
escena de la cara inundada de semen puede ser muy cinematográfica, a pocos
hombres les gusta besar una cara maquillada de su propio líquido.
En este sentido, la corrida fuera es la mejor opción, aunque hay que tener
en cuenta que es una operación extremadamente delicada. Pensadlo. Con la mamada
tenéis todo el control. Mientras laméis la verga erecta, el hombre no es más
que un terroncito de azúcar que deshacéis a voluntad y que reventará en mil
pedacitos en el momento que el surtidor explote. Retirar la boca en el momento más
álgido es como si os retiran el cipote de la chona en los instantes precios al
orgasmo, una mierda ¿verdad?
La corrida fuera de la boca sólo tiene sentido si la mamada acaba en paja.
Pero con una paja espectacular, a la altura de la felación que estabais
haciendo. Además, hay que controlar muy bien los ritmos, tener el arte de la
continuidad. La transición de una acción a la otra debe ser transparente y en
el tiempo adecuado, que no se note. Si no todo acabará con una fellatio
interruptus donde todo se irá a la mierda: la mamada y, especialmente, vuestro
control sobre el hombre.
"Así pues ¿qué hago?" os estaréis preguntando a estas alturas de
la película.
Sin duda, la mejor opción es la corrida dentro de la boca.
Visualmente impecable, sexualmente extraordinaria, la corrida en la boca es
el final que toda novela quisiera tener. Ver como la mujer se llena la boca de
vuestro semen y como sigue la polla con la lengua hasta los huevos para no
dejar escapar esa gota escurridiza no solo es uno de los placeres mas inmensos
que un hombre pueda vivir y ver, si no la constatación definitiva de que tu,
mujer, tienes todo el poder.
Además, la mamada hay que saborearla. Hay que disfrutarla como un vino que
nos ha costado 600 euros.
No hay nada peor que la mujer que conserva el líquido en la boca y sale
escopeteada al baño para vaciarla en la taza del vater. Es como el hombre que
abandona la cama para fumarse un cigarro tan pronto se ha corrido dentro
vuestro. Peor todavía. Es como si además, os dejara un fajo de billetes en la
mesilla de noche.
¿Verdad que a vosotras os gusta que después de una follada, el hombre se
quede a vuestro lado, acariciándoos, abrazándoos, queriéndoos? La mamada pues,
aunque sea una actividad femenina, necesita de los mismos ritmos.
La polla, amigas mías, necesita amor.
En cambio, ver como la mujer acerca su cara a la tuya para besarte y, a
pocos centímetros de ti, con un sensual gesto recoge con la lengua esa última
gotita que se escapaba por la comisura de los labios para saborearla es la
elevación a la máxima potencia del placer masculino.
Si lo hacéis bien, entenderéis entonces el auténtico significado de la
expresión "tener a un hombre cogido por los huevos".
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