domingo, 13 de noviembre de 2011

Dejarlo correr


Cada vez estoy mas convencido de que lo importante en esta vida es saber dejar correr las cosas. O dicho de otro modo: que te importe un bledo, no ponerse piedras en el hígado, tener flema, pachorra, cachaza. Parece más fácil de lo que es en realidad. Y no vale disimular mientras uno se reconcome por dentro. Así no funciona. Hay que tener un talento natural y entrenar a diario para conseguir esa capa lubricante que hace que todo te resbale. Las malas notícias, las decepciones, los inconvenientes, las sorpresas desagradables.

Para un misántropo como yo, tan proclive al desprecio, el odio, la venganza y la medida drástica es un cometido prácticamente inalcanzable, pero no se puede ser tan conformista. Me he fijado en los maestros de la superación personal y he visto la luz. Si Zapatero se hubiera conformado con sus habilidades sociales ahora estaría recogiendo guiris en Barajas para llevarlos al Museo del Prado, si Laia Ferrer se hubiera dejado acomplejar por sus nulos conocimientos de idiomas y de automovilismo ahora no estaría viajando por todo el mundo a costa del contribuyente, si Jose Corbacho hubiera estimado que para actuar y dirigir es necesario el talento ahora no depositaría sus excrementos junto a una estatuilla de los Goya.

A partir de hoy, aspiro a que me la sople. Y si no lo consigo, me cago en todo.

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